Fuente: Cronista ~ Un arquitecto suizo lo ideó en 1910 para un grupo de ejecutivos británicos y por eso es conocido como «Conventillo de los Ingleses». Hoy forma parte de un polo gastronómico.
La Ciudad de Buenos Aires está llena de joyas arquitectónicas que para apreciarlas vasta con levantar la vista. Incluso existen algunas obras imposibles de no admirar. Sobre la calle Azucena Villaflor, en el dique 2 de Puerto Madero Este, se erige el Alvear Tower, que con 235 metros se posiciona como la torre residencial más alta. Pero a menos de 3 kilómetros se puede encontrar una peculiaridad: el edificio más largo del territorio porteño.
Sobre la avenida Caseros entre el 410 y 490 se encuentra el edificio Schindler, conocido como «Conventillo de los ingleses» o «Edificio de los ingleses». Si bien solo cuenta con cinco pisos y menos de 30 metros de altura, esta construcción se destaca por su fachada de más de 100 metros de largo.
El edificio posee cinco módulos de cuatro pisos cada uno, no obstante, aquellos ubicados en las esquinas de Defensa y Bolívar tienen cinco pisos. Cada uno de estos cuerpos, que tienen sus propias entradas individuales, tiene entre ocho y diez departamentos.
Se trata de un proyecto ideado en 1910 por el arquitecto suizo Christian Schindler, quien se había radicado en la Argentina en 1884. Fue un encargo de Alberto Anchorena, quien poesía el terreno donde se construyó. Él tenía la idea de armar un edificio de rentas destinado a los ejecutivos británicos de la empresa Ferrocarril del Sud.
Se inauguró oficialmente en 1912 y recibió su nombre, justamente, debido a la nacionalidad de sus ocupantes. Durante esa época, la avenida Caseros era una de las locaciones fetiche de la clase alta de la Ciudad.
Entre cada una de las puertas de los módulos dejaron espacio para comercios. Hoy la zona se convirtió en un polo gastronómico tras la construcción del boulevard en 2006. Ahí, los amantes de la comida pueden encontrar desde parrillas, heladerías o restaurantes de comida vegana. Anteriormente, esos mismos lugares se habían utilizado como talleres mecánicos.
«Se construyó en un momento en que Buenos Aires ofrecía una renta inmobiliaria entre las más altas del mundo. Era una de las ciudades donde más redituaba construir antes de la primera guerra mundial, entre 1900 y 1914, junto a Nueva York, Berlín, París, aunque ya se había desarrollado, y también Chicago. Es un edificio estándar construido en varios lotes fruto de la especulación inmobiliaria de esa época», explicó Fabio Grementieri, arquitecto, historiador y miembro de la Comisión Nacional de Monumentos, en diálogo con La Nación.
En su interior posee ascensores tipo jaula que dan acceso a los dos departamentos que tiene por piso. Cada uno cuenta con techos altos de casi 4 metros, comedor, living y pisos de pinotea. Son departamentos de cinco ambientes con tres dormitorios por unidad.