Por qué la economía real no despega, pese a una menor inflación y a la calma en el dólar
Fuente: ámbito – La actividad económica viene alternando permanentemente datos positivos con datos negativos, pese a que el Gobierno encuentra aire en los mercados financieros.
La batería de medidas y el rumbo que está tomando la estrategia oficial reflejan que la desaceleración de la inflación y la calma en los mercados financieros son hoy las “obsesiones” del equipo económico conducido por Luis Caputo y dejan en segundo plano a otros objetivos fundamentales. El estancamiento de los salarios y el aumento del desempleo le ponen un techo a una actividad económica que intercala constantemente datos positivos con datos negativos.
La semana pasada el INDEC informó que la industria manufacturera sumó su segunda mejora mensual consecutiva en agosto. Por el contrario, la construcción cortó una racha de cuatro mejoras al hilo y retrocedió respecto de julio.
Los primeros adelantos de septiembre volvieron a mostrar una gran disparidad entre sectores. En cuanto a la industria, la producción automotriz cedió 3% pero la de acero creció 9% de manera desestacionalizada, según la consultora Econviews. Paralelamente, la construcción podría llegar a sufrir un nuevo deterioro en su actividad, ya que si bien los despachos de cemento mejoraron 3,1% , el Índice Construya –que mide la evolución de los volúmenes vendidos al sector privado de los productos que fabrican 12 empresas líderes en la fabricación de insumos para el sector-, cayó 5,4% de acuerdo con datos de la consultora 1816.
De cara a los próximos meses, entre los empresarios de la construcción ya hay más optimistas (25% de los encuestados por INDEC) que pesimistas (9%) para el segmento de las obras privadas, mientras que el grueso del rubro mantiene la incertidumbre. El caso de la obra pública es más incierto, ya que el 28,7% espera que la situación empeore, mientras que sólo un 14,8% cree que podría mejorar.
Cae la inflación y crece el crédito, pero los salarios y el empleo siguen en crisis
Este “modo serrucho” que muestra la economía argentina se da mientras la inflación de septiembre fue del 3,5%, la más baja en 34 meses. Esta desaceleración explica porqué el crédito al sector privado es uno de los pocos indicadores que viene mostrando un rebote en “V”, llegando a alcanzar niveles de octubre de 2023.
“Hasta ahora, el Gobierno ha priorizado la desinflación y parece medir el éxito de su gestión bajo estos términos. El retraso en la unificación del mercado cambiario está alineado con esta estrategia. Sin embargo, las últimas encuestas reflejan un cambio en las preocupaciones de la gente: la inflación ha dejado de ser el problema principal, cediendo su lugar a la pobreza y los bajos salarios, que ahora se posicionan como las principales preocupaciones según la encuesta de la Universidad de San Andrés. Quizás sea un buen momento para priorizar el crecimiento. Para ello, creemos que es necesario unificar el mercado cambiario, aunque esto pueda generar un aumento transitorio en la inflación”, sostuvieron en Econviews.
Por su parte, la economista Laura Testa remarcó en diálogo con Ámbito que hoy toda la voluntad política está puesta en bajar la inflación y en el equilibrio fiscal, dos objetivos que «no son incompatibles con el crecimiento económico pero sí con la estrategia que está llevando a cabo el Gobierno», ya que «el equilibrio fiscal lo está implementado a través del ajuste de salarios, jubilaciones, transferencias a las provincias y obra pública, y la desaceleración de la inflación se está consiguiendo pisando las expectativas devaluatorias mediante una recesión que deprime la demanda de importaciones».
Los últimos datos de la Remuneración Imponible de los Trabajadores Estables (RIPTE) publicados por la Secretaría de Trabajo exhibieron que en agosto se vio la primera contracción real en seis meses. Si bien la mayoría de los analistas coincide en que este no es el mejor indicador para medir la dinámica salarial, otras estimaciones también mostraron un comportamiento similar.
En efecto, el indicador de la consultora C-P, elaborado en base al promedio de los salarios de los convenios colectivos de trabajo, arrojó que los ingresos de los trabajadores formales se contrajeron 0,1% en el octavo mes de 2024. «Las paritarias desde julio están estancadas como resultado de negociaciones a la baja con una inflación que se queda en 4%», habían advertido previamente.
Paralelamente, el empleo asalariado formal sufrió en julio su décima caída al hilo, de acuerdo con las cifras oficiales del Sistema Integrado Previsional Argentino (SIPA). Desde que Javier Milei asumió la presidencia ya se perdieron casi 200.000 puestos de trabajo, la mayor parte correspondiente a trabajadores registrados en el sector privado, fundamentalmente en los rubros de la construcción y la industria manufacturera.
«La calma en la inflación y el orden de la economía ayudan, pero si los empresarios no ven a un agente consumidor del otro lado no creo que haya una decisión de aumentar la inversión productiva«, acotó Testa frente al escenario descripto.
¿Podrá Milei sostener el ancla cambiaria y la reducción de la brecha al mismo tiempo?
El ancla fiscal y la cambiaria son los dos pilares fundamentales de la estrategia desinflacionaria; hoy el mercado no solo descuenta que el Banco Central (BCRA) respetará el «crawling peg» del 2% mensual para el precio del dólar oficial, sino que comienza a ganar peso la posibilidad de que se reduzca aún más para bajar el piso de la variación del Índice de Precios al Consumidor (IPC).
Precisamente, Milei ha afirmado que su intención es salir del cepo cuando la inflación se acerque al 2,5%. No obstante, para que esto ocurra sin interrumpir las mermas en los aumentos del IPC la brecha entre el dólar oficial y los paralelos debería ser cercana a cero. A la fecha, el spread entre el tipo de cambio mayorista y los financieros gira en torno al 20%, cuando en julio estaba cerca del 60%.
Ese desplome tuvo que ver, en una primera instancia, fundamentalmente con la intervención directa del BCRA en las cotizaciones con utilización de reservas y, luego, por el aporte de los dólares del blanqueo. El fin del blanqueo y la posible reducción del “crawling” ponen en jaque ese declive de la brecha, y podría presionar sobre las expectativas de devaluación.