Fuente: Página12 ~ La normativa de regulación de importaciones, especialmente en lo relativo al acceso a las divisas para su pago, pone en riesgo el normal desenvolvimiento de la actividad. A su vez, no está claro a qué precio van a reponer la mercadería.
Claves para el desarrollo
Por Pedro Cascales (*)
La realidad argentina muestra que hubo más de 20.000 cuits dados de baja en AFIP en los últimos años (aclaro que esto es el paso final que da una pyme para el cierre definitivo) pero existe un relevamiento de Came de diciembre del 2020 que marco 90.700 cierre de locales a la calle y 41.200 pymes afectadas.
Los equipos de F1 amalgaman diversos técnicos, profesionales y operarios, que están basados en innumerables países. Deben obtener financiación, invertir en investigación y desarrollo, deciden qué fabrican, qué compran y cómo lo integran para lograr los mejores autos. El personal de los equipos se entrena al máximo para que las demoras en boxes sean mínimas. Los pilotos hacen tremendas preparaciones físicas y psicológicas para enfrentar las carreras. Todo ello para finalmente salir a la pista y competir entre todos en diversos escenarios mundiales que van rotando. Los que pierden de manera reiterada van desapareciendo de la competencia y muchos terminan quebrando o cambiando de actividad.
En las pymes pasa algo parecido, contratar personal, invertir, conseguir financiación, producir, mejorar la productividad, capacitarse continuamente, vender, cobrar, competir y sobrevivir.
La clave está en que pasa cuando el producto de la pyme (el auto de la F1) sale al mercado y traspasa el portón de la fábrica (sale de boxes y entra a la pista).
En el caso argentino (y no de ahora sino desde hace décadas) por más que sea muy competitivo el equipo pyme puertas adentro, es muy difícil lograrlo en la pista nacional y ni que hablar en la internacional donde la competencia es con el mundo. La Argentina según el World Economic Fórum se ubica en el lugar 83 de 141 países en el ranking de competitividad mundial.
En la pista argentina nos encontramos con una carrera de obstáculos.
El primero es la carga impositiva que algunos la ubican en el segundo lugar del podio mundial. Por magnitud en promedio casi el 50 por ciento de lo que se vende son impuestos (nacionales, provinciales y municipales). Por la cantidad de impuestos es también abrumadora la cifra: más de 170 impuestos, tasas y gravámenes en los diversos órdenes.
Lo segundo es la Inflación que nos ubica séptimos en el mundo. En efecto la inflación es una erosionadora serial de ganancias (en el dificultoso caso que se logren), y si ese fuera el caso el impuesto a las Ganancias se encarga de absorber el resultado de la ganancia ficticia.
Lo tercero y atado al punto anterior es el costo del dinero que hace imposible financiar inversión de mediano y largo plazo, pero también es un verdadero salvavidas de plomo la financiación para el capital de trabajo. El financiamiento es a la economía lo que el aceite es a un motor, sin ella la maquina se engrana y deja de funcionar. Es más simple calificar y obtener un crédito para consumo personal que para inversión y capital de trabajo. Los estados provinciales y la Nación, compiten absorbiendo más del 50 por ciento el crédito disponible a través de las leliq y otros títulos de deuda.
Lo cuarto es la conflictividad judicial en materia laboral, la industria del juicio, acelerada con la doble indemnización (recientemente finalizada), la prohibición de despidos, las licencias médicas psiquiátricas y la vuelta a la presencialidad laboral por mencionar solo algunos temas. Estos factores han generado una ralentización de nuevas contrataciones en el sector pyme.
El quinto son los costos logísticos de un país tan extenso como el nuestro que utiliza prioritariamente el camión en lugar de dar mayor aprovechamiento al tren, a la hidrovía y al multimodalismo que combine varios medios simultáneamente, permitiendo según las distancias utilizar el medio logístico más adecuado. Esto impone una desventaja importante para las pymes del interior.
Cuando competimos fuera del territorio nacional, a esto se suman las retenciones a la exportación (eufemismo para no decir impuesto a la exportación), la logística internacional (porque estamos lejos de los grandes mercados), y la volatilidad de nuestro tipo de cambio que hace que frecuentemente volvamos a ser caros para exportar por el atraso del tipo de cambio oficial, a lo que se agrega en algunos casos la dificultad para importar insumos, partes y bienes de capital esenciales para la manufactura local o de exportación.
Mucho de esto explica porque estamos en el nivel más bajo de natalidad pyme, de acuerdo con la información del Banco Mundial, Argentina tiene el nacimiento de sociedades formales más bajo de Sudamérica: 2326 habitantes por cada nueva sociedad formal, mientras que en Chile son 125, en Perú 410 y en Colombia 500 habitantes por cada nueva pyme.
Paralelamente según el observatorio PYME se computan en nuestro país tan sólo 14 empresas cada 1.000 habitantes, mientras que en nuestro vecino Chile son 58. El mismo indicador arroja 66 para Corea del Sur y 88 para Australia. Cuando analizamos la distribución geográfica se agudiza la situación con relación a la distancia de Buenos Aires, mientras que en CABA se registran 41 empresas cada 1000 habitantes, el número baja a 7 empresas cada 1000 habitantes en las provincias de las regiones NEA y NOA.
(*) Empresario PYME, Licenciado en administración de Empresas. Presidente de CEGLA. Secretario CARMAHE.
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Sin estabilidad no hay pymes
Por Rita Cosentino (**)
Reflexionaba acerca de cómo responder a la pregunta: ¿cómo es la realidad de las pymes hoy? Creo no equivocarme si digo que no importa si soy yo o alguna o alguno de mis colegas quien la responda. En todo caso, la respuesta dependerá de cómo interpretamos ese “hoy”.
Si “hoy” es la semana que se inició con la renuncia del ministro de Economía, seguramente diríamos que estamos ante una realidad incierta. Continuamos produciendo, pero no sabemos a qué precio vamos a reponer las materias primas, ni si vamos a contar con los insumos suficientes para nuestros planes de producción, ni si se va a sostener el ritmo de demanda que en mayor o menor medida venimos registrando las pymes industriales del país.
La normativa de regulación de importaciones, especialmente en lo relativo al acceso a las divisas para su pago, pone en riesgo el normal desenvolvimiento de la actividad y la continuidad del crecimiento, generando -más temprano que tarde- paradas de planta y falta de bienes para responder a la demanda. El acceso al crédito en dólares a 180 días es una herramienta que hay que aceptar y gestionar, pero los tiempos de la producción no siempre van de la mano con los del sistema financiero. La instrumentación de este tipo de medidas no es inmediata y mucho menos para las pymes.
Si ese “hoy” abarcara una mirada más amplia, la respuesta hubiera sido la que un colega santafesino reflejó hace poco en una entrevista radial: “Hasta hace una semana nuestro problema era la falta de empleo calificado, hoy es saber a qué precio voy a poder reponer el stock”.
Esa realidad, en la que nuestras preocupaciones pasaban por cómo comprar más máquinas, cómo acelerar los procesos de capacitación de los trabajadores, cómo no quedarnos atrás en el proceso de transformación digital e industria 4.0 o cómo exportar más, se ve trastocada por variables que nosotros como industriales no podemos manejar.
Nuestra realidad hace unas semanas estaba marcada por la posibilidad de acceder a los programas de financiamiento disponibles a nivel nacional, provincial y municipal, como préstamos a tasas subsidiadas para inversión productiva, programas de ayuda a la competitividad, uso de crédito fiscal para capacitación o fomento de incorporaciones en la industria con perspectiva de género. Acceso a financiamiento que marca notablemente la diferencia entre crédito público y privado, en lo que a apoyo a la industria se refiere.
Nuestros desafíos hace unas semanas tenían que ver con la posibilidad de interrelacionar el mundo científico-tecnológico con la industria y la innovación, mediante la participación en iniciativas como las que propone el Ministerio de Ciencia y Tecnología a través de su Agencia I+D+i con la Red Federal de Innovadores, permitiéndonos pensar en un horizonte que mejore nuestras capacidades y nuestra competitividad.
Nuestras expectativas hace unas semanas se centraban en poder pensar cómo transformar planes en trabajo genuino y de calidad, para poder atender una demanda que es moneda corriente en las pymes industriales del país.
Es esa la realidad de la que yo, como empresaria pyme, quiero seguir ocupándome. Para hacerlo, necesitamos una macroeconomía estable y una política industrial coordinada de largo plazo, que nos permita continuar mejorando el proceso de competitividad e inversión ya iniciado. Sabemos que como industriales pymes tenemos un grado de responsabilidad en las políticas y decisiones que tomamos puertas adentro de nuestras empresas, porque las consecuencias afectan de manera directa o indirecta a mucha gente. Pero aquellas y aquellos que, como yo, hace más de 35 años vivimos estos vaivenes de nuestra economía, pensamos que solo un acuerdo productivo para el desarrollo, con consensos amplios entre la dirigencia política, sindical, empresarial y social, puede lograr superar crisis tan profundas como la que venimos atravesando desde el año 1974.
(**) Presidenta Taller Baigorria S.A. Miembro de Red-Untref.