Fuente: IProfesional – Desde sus inicios con el boom de la moto Puma, la empresa familiar Okinoi se destaca por su visión estratégica en el ámbito empresarial pyme.
Okinoies una empresa familiar que innovando e invirtiendo en infraestructura, supo ganarse su espacio en la industria demotos y repuestos en Argentina. Fundada en la década del 60 por Abraham Visokolskis, la firma de origen cordobés fue evolucionado para adaptarse a los cambios del mercado y las necesidades de sus clientes. Hoy en día, está dirigida por Alejandro Visokolskis y su hijo Agustín, quienes como parte de la segunda y la tercera generación, continúan con el legado familiar mientras miran hacia el futuro.
«Mi papá no pudo estudiar, por lo que su ambición fue siempre que sus hijos tuviéramos lo que él no tuvo; teníamos que ser profesionales», cuenta Alejandro, quien gracias a esa posición de su padre, eligió ser ingeniero mecánico aeronáutico; su hermano, licenciado en Ciencias Económicas, y su hermana, matemática y filósofa.
Abraham Visokolskis era ayudante en una peletería de Israel, país al que viajó desde Argentina para colaborar con la sociedad y el Estado israelí. Allí conoció a su esposa y tuvieron a su primer hijo, pero de allí regresaron juntos a la provincia de Córdoba cuando estalló la Guerra de los Seis Días.
Con una familia a cargo y viendo cómo reinventarse, Visokolskis vislumbró una oportunidad cuando salió al mercado la moto Puma de Industrias Aeronáuticas Mecánicas del Estado (IME) con un éxito arrasador tras convertirse en un medio de transporte económico de los trabajadores asalariados. Visokolskis aprovechó el éxito de la moto inaugurando un negocio de repuestos, primero como minorista y poco después como mayorista.
Esta transición marcó el inicio de lo que sería una exitosa trayectoria en el mundo de las motopartes. Con una clara visión de futuro, Visokolskis se asoció para ser la pata comercial de Luján Hermanos, la metalúrgica que a fines de los 60 se había hecho cargo de la fabricación de motopartes y del ensamble de las motos Puma.
En Okinoi -que es una combinación de los nombres de dos perros- padre e hijo trabajaron juntos desde 1984, cuando Alejandro se recibió de ingeniero hasta 1987, tras el fallecimiento repentino de Abraham; dejando un vacío tanto personal como empresarial.
Alejandro Visokolskis y su hijo Agustín son los responsables de continuar la empresa familiar fundada con la ola de las motos Puma
Legado familiar y 3 generaciones al frente de la empresa
Alejandro Visokolskis (63), quien en ese entonces tenía 27 años, en pleno duelo tomó las riendas de la empresa. Este cambio no fue sencillo: por un lado, tuvo que superar una pelea con su hermano mayor, quien finalmente decidió dejar la empresa y seguir su camino y, por otro lado, reinventarse en medio de la hiperinflación que ahogó la economía. «Yo no tenía local ni tenía casa propia, solo tenía un auto que solo lo usaba para ir a ver a los clientes y con mi señora, recién casados, usábamos una motito de 50 cc. Me juré nunca tocarle ni un dólar a mi mamá y lo hice; creo que tuve muchísima suerte porque la realidad es que soy bastante impulsivo, primero hago y después corrijo», reflexiona Alejandro.
Sin embargo, Alejandro había tomado una decisión: iba a seguir el legado de su padre y, a toda costa, refundar la empresa. «Hasta los 90 fue un caos, la pasé mal hasta que decidí tomar la posición de ser práctico y salí a explorar el mercado. Ahí me di cuenta de que los fabricantes no innovaban, siempre hacían lo mismo y empecé a viajar y ver cómo se trabajaba en el exterior», cuenta a iProfesional
Con una clara lectura del contexto país de los noventa y empapado de los modos de hacer que conoció recorriendo fábricas de oriente, Alejandro cambió el modelo de negocio y, sin dejar de fabricar algunas piezas, comenzó a importar otras desde Oriente, lo que permitió a la empresa mantenerse competitiva y diversificarse. Eso sí, explica, eran piezas hechas a medida de lo que el mercado argentino necesitaba; es decir, no más repuestos genéricos.
«En aquel entonces comprar las máquinas para fabricar era imposible porque eran extremadamente caras. Por lo tanto, viajé con mis dibujos y planos para mostrarles a los chinos lo que quería y ellos lo hacían. Es decir, no fui a comparar lo que había, fui a comprarles lo que no estaba hecho y el mercado argentino necesitaba», remarca el empresario, quien con esta decisión se vio favorecido cuando en 1991 llego el Plan de Convertibilidad.
Con los años la industria se fue globalizando cada vez más e invertir en maquinaria para poner una planta ya no era algo impensado y en 2007, Okinoi invirtió en una planta y haciendo honor a su título de ingeniero, Alejandro empezó a producir y sustituir importaciones. «Era una planta chiquita, pero yo quería estar en el juego. Pero no me casé con ninguna línea de fabricación; yo no quería ser la fábrica de tuercas, sino de un montón de partes. El plan fue armar un modelo de industrialización competitivo más allá del modelo proteccionista que decidiese tomar el país», aclara.
Actualmente, desde su planta de 30.000 metros cuadrados donde trabajan unas 80 personas, fabrican repuestos para motos como cascos, piezas plásticas y baterías, y en menor medida, motos. «Si bien tenemos algunos pocos modelos de motos, no es nuestra principal unidad de negocio porque la decisión es no competir con nuestros clientes. Las tenemos ahí para cuando sea necesario. Nosotros más que en producto terminado invertimos mucho en infraestructura, por lo que, si el día de mañana el negocio de venta de motopartes fracasara, pasar a la fabricación de motos no nos costaría mucho, sería bastante fácil», remarca el empresario orgulloso de su decisión de negocio.
Aunque fabrican algunos modelos de motos, Okinoi se centra en la fabricación de motopartes. Sin embargo, y de ser necesario, la empresa está preparada para pasar de una unidad de negocio a otra sin problema
En 2022, un incendio afectó parte de la planta, lo que representó un desafío significativo para la empresa. Sin embargo, Alejandro no solo reconstruyó la planta, sino que invirtió 5 millones de dólares, tres millones más de lo necesario, con la idea de cuadruplicar la producción y agregar nuevas líneas, como la de poliestireno expandido (telgopor) para la producción de cascos.
«Nuestra historia está marcada por la adaptación y la innovación. Hemos pasado de ser una pequeña empresa familiar para convertirnos en un jugador clave en la industria de repuestos en Argentina. Miramos hacia el futuro con optimismo y estamos comprometidos a seguir ofreciendo productos de alta calidad a nuestros clientes.»
Por su parte, Agustín Visokolskis (29), el futuro heredero de la empresa familiar, dice que se siente tranquilo con la tarea que sabe que le va a tocar: «Así como mi abuelo formó a mi padre de chico, yo también crecí con la cabeza puesta en la empresa desde lo subjetivo y también desde la preparación profesional», dice Agustín, quien trabaja acompañando a su padre desde 2018, luego de haberse recibido de la carrera de administración de empresas.
Okinoi es un claro ejemplo de cómo una empresa familiar puede innovando e invirtiendo en infraestructura, evolucionar y prosperar a lo largo de las décadas, adoptándose a las necesidades del mercado de motos y repuestos, por un lado, y, a las políticas económicas del país, por el otro. Con una historia rica y un futuro prometedor, Alejandro y Agustín adelantan que tienen planes ambiciosos para el futuro de la empresa, y con una sólida base familiar, Okinoi está bien posicionada para continuar su crecimiento y expandirse aún más en el mercado internacional.