Fuente: Iprpfesional – Sergio Massa se balancea en una delgada línea roja entre las restricciones a las importaciones para atesorar dólares y la parálisis de la producción.
Las advertencias de los industriales que más preocuparon al ministro de Economía, Sergio Massa, están relacionadas con fábricas de caucho, plásticos y pinturas. No son los únicos sectores que administran los escasos dólares para importar insumos como lo hacen los beduinos de Qatar con el agua.
Hay otros sectores muy complicados: como el automotriz, el sector de producción de maquinaria agrícola, el electrónico, además de pequeñas y medianas empresas que son parte de la cadena de valor de grandes compañías como Techint (que tienen contratos aprobados para desarrollar el vital gasoducto Néstor Kirchner), y hasta se difundieron las preocupaciones de los cirujanos porque faltan insumos básicos para realizar operaciones cardiovasculares.
En pocos días se cumplirá un mes desde que los funcionarios del Palacio de Hacienda crearan un «semáforo de urgencia de bienes» para evitar que las fábricas detengan sus líneas de producción y continúen tocando a las puertas del ministerio de Trabajo para acordar con los sindicatos suspensiones temporales del personal.
Massa, entre el cepo a las importaciones y la parálisis productiva
La Federación de Industriales de la provincia de Santa Fe (FISFE) realizó un trabajo cuyo resultado arroja un retroceso interanual del 1,3% de la actividad durante septiembre, último mes relevado, al tiempo que las previsiones de los datos de octubre sostendrían la tendencia negativa.
En el texto advierte acerca de «las dificultades para la importación de insumos y bienes de capital, determinadas por la escasez de divisas que enfrenta la economía argentina».
En el caso santafesino el sector más perjudicado continúa siendo el siderúrgico. Los empresarios, en su mayoría pymes, afirmaron: «No sabemos si en el futuro tendremos problemas mayores. Recién durante noviembre ha comenzado a gotear con más fuerza el flujo de divisas para que podamos abastecernos pero seguimos con el freno en la mano por el tema del pago de importaciones futuras durante los meses de enero y febrero», afirmó César Lozano, ejecutivo de una autopartista.
En su intento de atesorar dólares, Massa se arriesga a una eventual parálisis de la producción.
Desde el momento en que la vicepresidenta, Cristina Fernández de Kirchner, denunció el «festival de importaciones» en la Argentina los sectores con proveedores en el exterior asumieron que vendrían tiempos de escasez de dólares.
El 17 de octubre pasado, Sergio Massa y su mano derecha en la Aduana, Guillermo Michel, crearon un nuevo sistema para que las empresas accedan a los dólares para importación reemplazando los regímenes automáticos (SIMI) por el sistema SIRA que busca controlar la salida de divisas que, hasta el noveno mes del año, había arrojado un saldo de 64.250 millones de U$D, el más alto de la última década.
Sin embargo, el funcionamiento del nuevo sistema vino con renovados reclamos de los industriales. Por ejemplo, desde el sector de pinturería indicaron que un problema adicional son los plazos de autorización y giro de divisas que emite el SIRA (Sistema de Importaciones de la República Argentina) por 180 días para las empresas grandes que no sean catalogadas como pymes.
Casos como este llevaron al ministro Massa a crear el «semáforo de riesgo». Una idea anunciada en el encuentro anual de la UIA que ha comenzado a funcionar hace un mes.
«Le planteé a Daniel Funes de Rioja, titular de la UIA, la decisión de incorporar al semáforo de riesgo y a la mesa semanal de trabajo de todo el sector público conformado por el Banco Central, Aduana, y la Secretaría de Comercio, al director ejecutivo de la UIA, Diego Coatz, para que coordine a su vez con cada una de las cámaras para que vayamos viendo los sectores con más riesgo y cuáles son las situaciones críticas que hay que solucionar», explicó Sergio Massa a los industriales que hacían fila para señalarles los errores y parcialidades del nuevo sistema.
Desde entonces el teléfono celular de Coatz desborda de mensajes y reclamos. Un relevamiento reciente realizado por Iprofesional indica que «los pedidos más asiduos son los del rubro de autopartes, partes de bicicletas, insumos para cartones, impresiones, hay muchas dificultades con algunos insumos específicos para telecomunicaciones, y desde luego, el tema de las cubiertas y partes para maquinaria agrícola y para equipos de frío se renueva semana tras semana.
Los cirujanos se sumaron al pedido de habilitar la plena importación de insumos para evitar mayores conflictos.
En el Ministerio de Economía se muestran confiados por el funcionamiento de la nueva mesa de reclamos porque «…nuestro objetivo es ir solucionando las situaciones más complejas luego de recibir las alertas de las distintas cámaras productivas. La misión es evitar el cierre de una línea productiva o que las empresas tengan que cesantear personal. De a poco se empieza a regularizar. Por ahora, desde que estamos nosotros, no se ha dado el límite de llegar a un freno en una línea de producción».
Pymes: en riesgo por la falta de insumos
Uno de los temas más complejos está relacionado con los tiempos para pagar a los importadores. Cuestión que está íntimamente relacionada con el volumen de la empresa. Las pymes tienen un plazo de 60 días, 90, 120 y 180, depende del tamaño de la empresa. Para las pymes hay un monto de 50 mil dólares para importar. Las grandes no tienen esas prerrogativas y los plazos generan problemas porque es un desgaste en la relación entre el productor y el cliente. Ahora ya no hay más pago anticipado.
Y, estos problemas de los departamentos financieros y de compras de grandes empresas industriales están generando muchos «ruidos internos» en la conducción de la cúpula de la UIA.
Así como el ministro Sergio Massa realiza equilibrio sobre una delgada soga entre dos abismos, la parálisis de la producción, de un lado y reservas escasas en el Banco Central, del otro, el presidente de la Unión Industrial Argentina (UIA) hace malabares, por estas horas, para que no se lo trague la brecha abierta entre grandes empresas industriales como Techint o las pymes nucleadas en asociaciones regionales.
El cepo a las importaciones provocó un cambio en las preocupaciones del titular de la UIA, que llegó al poder de la cúpula empresarial de la mano de la organización de Paolo Rocca, y que comienza a murmurar por lo bajo por «cierta mirada complaciente que tiene el abogado laboralista con el ministro Massa, en momentos donde hay riesgos de parálisis de producción».
Paradójicamente, son las empresas pymes, quienes, en un principio, desconfiaban abiertamente de Funes de Rioja, las que avalan su accionar con los funcionarios del Palacio de Hacienda por la capacidad de escucha y resolución de los problemas urgentes por la falta de divisas para importar.
El sector pyme fue el más afectado. Primero por la pandemia de Covid y luego por el cepo a las importaciones.
La barra de equilibrio que aguarda Funes de Rioja de parte de Sergio Massa lleva el nombre de «Dólar Soja 2».
En la sede de la UIA le prenden una vela al accionar de las cerealeras para que ingresen divisas que le permitan al ministerio de Economía una autorización mayor de importaciones.
Mientras que en el Gobierno se aguarda una liquidación cercana a los 4.000 millones de dólares por este plan, la incertidumbre actual de los industriales pasa por saber si Massa priorizará la acumulación de reservas para cumplir con las metas del acuerdo firmado con el Fondo Monetario Internacional (FMI), en marzo la meta de reservas es de 5.500 millones de U$D, o el plan del ministro será abrir un poco más el grifo de las importaciones.