Fuente: Cronista ~ El director ejectivo de la UIA, Diego Coatz, dice que las crisis recurrentes impiden pensar en la estrategia de largo plazo y obligan a que los dueños de las compañías se concentren en el día día.
«Lo que le pasa un poco a todos los empresarios pyme es que son accionistas, gerentes y manejan bancos a la vez«, dice Diego Coatz, director ejecutivo y economista Jefe de la Unión Industrial Argentina (UIA), sobre la situación de las pequeñas y medianas empresas en la Argentina.
Con una coyuntura que pocas veces da respiro y habituados a las recurrentes crisis de la economía local, el sector pyme está mucho más preocupado en la supervivencia que en la estrategia de largo plazo. Y eso, agrega el especialista, tiene impacto en los resultados de las compañías, que cuentan con poco margen para la innovación.
¿Cómo como ve el sector pyme hoy y qué cree que está necesitando?
El empresariado necesita previsibilidad del crecimiento económico. Desde 2012 que a la Argentina le cuesta crecer. Tuvimos cinco años de crecimiento en año impares, de elecciones, y recesiones en año par. En 2018 y 2019 fue la crisis cambiaria y financiera, con una gran recesión y muchas complicaciones para las pymes. A esto se le sumó un 2020 muy difícil por la pandemia. Ahora llevamos un año y medio de una recuperación importante, pero desde niveles muy bajos de producción y con la incertidumbre macro que reina, entre cuestiones cambiarias, acceso a divisas, inflación y demás.
La agenda se abre en dos grandes temas. Lo primero es recuperar la previsibilidad de crecimiento y cierta previsibilidad y orden macroeconómico, desde el crecimiento hasta la inflación o el acceso a insumos. Y el segundo tema de agenda está relacionado con la micro y la productividad.
Después vienen los temas tributarios, financieros, toda la agenda tecnológica en y de digitalización. Pero también los temas más típicos de la gente, de la cotidianeidad del empresario y los temas más estratégicos que tienen que ver con las nuevas tecnologías.
Hay imprevisibilidad en la economía que afecta la toma de decisiones y la decisión de invertir de las empresas. ¿Qué pueden hacer las empresas teniendo en cuenta que lo macro no depende de ellos?
Creo que el empresario en general, pero el pyme en particular, es un artista que tiene que apelar creatividad y a su flexibilidad frente a las condiciones reinantes que en la Argentina son muchas.
Esa practicidad y flexibilidad para adaptarse a los cambios es un activo que permite transitar las crisis recurrentes y hasta salir fortalecido, por lo menos desde el punto de vista mental y espiritual. El pasivo es que terminás adoptando una conducta muy defensiva.
Entonces, se relega lo estratégico, lo que tiene que ver con la calidad, la exportación y el cambio en el paradigma productivo internacional. Las inversiones en nuevas tecnologías ocupan una parte pequeña del tiempo. Lo que manda es la coyuntura; encargarte del banco, del pago de sueldos. Lo que le pasa un poco a todos los empresarios pyme es que son accionistas, gerentes y manejan bancos a la vez. El 90% de su tiempo está en coyuntura y el 10%, con suerte, lo puede dedicar a estrategia.
Hicimos un trabajo con el BID hace un tiempo en el que preguntamos a las pymes, quién se encarga la cuestión financiera y de bancos, Llamaba la atención que en pymes que son medianas tramo 1 y tramo 2, era el propio dueño o algún accionista el que estaba directamente en la gestión bancaria. En cualquier país del mundo de eso se ocupa un gerente financiero. Pero acá es tan importante no quedar descalzado, el manejo de la deuda, la tasa de interés, que el dueño de la empresa está en ese tema.
Hay tasas de interés muy altas, no hay prácticamente crédito, el mercado de capitales es muy chico y difícil de acceder, con poca gente interesada en invertir. Entonces prácticamente el único crédito que tienen las pymes es el crédito comercial y eso está empezando a tensarse. ¿Qué se puede hacer frente a esta situación?
Esa es una descripción de la Argentina. Un estudio del Banco Mundial medía cuál era la la profundidad financiera entre clientes y proveedores. Y en la Argentina te da parecido a Brasil o a Chile, con 40% o 50% de la facturación. Ahora cuando medís el crédito bancario y en el mercado de capitales, estamos igual que un país pobre de África.
Tenemos un entramado empresario que todavía es relativamente razonable para un país de ingresos medios, pero las crisis macroeconómicas limitaron al máximo el vínculo entre el sistema financiero y el mercado de capitales, y las pymes.
En la pandemia en todo el mundo, y también en la Argentina. había tasas buenas. Esa fue una buena excusa para armar desde el Ministerio de Producción un sistema de crédito con mucho volumen para intentar suplir la ausencia del sector financiero. Esto podría haber empezado a armar un incremento de la profundidad crediticia de la pyme, Ahora pasamos a una etapa de tasas de interés más altas por el tema inflacionario, por no tener divisas y moneda, que vuelve a complicar la situación. Yo te diría que, en general, la buena noticia, es que en general el sector empresario está líquido y ha podido transitar bien la pospandemia. Ese es el vaso medio lleno. El vaso medio vacío es que empiezan a subir fuertemente las tasas, la actividad se va desacelerando, los costos, están creciendo y lentamente se puede empezar a tensionar esta liquidez.
Habrá que ver cómo cada sector puede ir administrando una coyuntura que va a ser más difícil. En la Argentina tenés un sistema de pequeñas y medianas empresas fragmentadas. Por un lado empresas que son parte de la cadena de valor de grandes empresas a nivel nacional o que exportan y tienen una agenda de calidad y de productividad, y que están en una agenda de modificaciones adaptación tecnológica permanente.
Y por el otro, empresas que venden al mercado interno, ya sean comercios, de servicios o industriales que están lidiando y luchando con la coyuntura y no tienen espacio para avanzar en la agenda de digitalización, porque lo más importante es la cuestión financiera o tributaria. Esas son las que se van alejando de las mejores prácticas productivas.
Todas estas urgencias hacen que se pierda el foco de la agenda de competitividad e innovación. ¿Cómo se puede pensar en esos temas en un contexto como el actual?
Tenés que poner el chip para dedicar una parte a lo estratégico y otra parte a ver cómo producir con esta incertidumbre. Hoy el problema más complicado para las pymes es el acceso a dólares para importar, un tema que se está llevando gran parte del tiempo de las empresas. El último informe que sacó la ONU para el desarrollo industrial refleja tres grandes tendencias que está viviendo la producción a nivel mundial. Una de ellas es que se está reconfigurando el mapa productivo de cadenas globales de valor. Hoy la palabra clave es reshoring. Hay claramente una ola nueva de fragmentación de la producción global. La segunda tendencia es la industria 4.0.
Hay un cambio de paradigma, cómo se produce en el mundo con las nuevas tecnologías de inteligencia artificial y la nube. Y la tercera tiene que ver con la green economy y la transición energética, con la descarbonización y los costos que eso trae aparejado.
La industria tiene que dedicar una parte importante de su tiempo a entender que si no está leyendo estos cambios en el mundo, no va a poder aprovechar las oportunidades y se le van a complicar las amenazas de estas tres grandes tendencias. El lado optimista es que la Argentina tiene oportunidades. Porque más allá de que hoy es un problema de coyuntura, la energía abre una oportunidad, porque el país tiene gas natural y tiene energías renovables. Puede ser un país exportador y competitivo para la producción.
Además, por recursos humanos, que todavía son mejores que el promedio de la región, y por huso horario, el país logró -incluso con toda esta inestabilidad- desarrollar un sector muy grande de servicios basados en el conocimiento. Hay que hacerlos dialogar con los sectores productivos. Ahí tenés una oportunidad. Hace cinco años la mitad de las empresas decía que no estaban dialogando y que iba a tardar varios años en dialogar con la industria 4.0. Hoy la mitad ya está aplicando algunas de las herramientas y un 40% sabe que si no lo empieza a utilizar se va a quedar afuera. Solamente un 10% no está viendo estos cambios.
¿Cuánto de pandemia hay en la aceleración de este proceso?
Es una de las externalidades positivas de la pandemia. Porque. de un día para el otro, el que no pudo digitalizarse se quedó afuera. Hay que ver cómo luchás para que en la agenda la estrategia tenga un peso. No te digo 50-50, pero al menos dedicarle un 25% del tiempo.
Mencionaba el reshoring, ¿se abre una oportunidad para la Argentina?
El tren está pasando y vos te podés subir o no. Hay dos aristas. La parte positiva es que la actividad todavía local sigue colaborando.
Por el otro lado, tenés el sesgo antiexportador de la macro. Para una pyme industrial y de alimentos elaborados el primer marcado ampliado es el Mercosur. Tienen que venir políticas públicas para orientar incentivos porque el costo logístico a nivel internacional está aumentando. En segundo lugar la energía va a ser un gran problema para la producción en Europa y en los países que tienen costos más altos. Y en tercero la propia China se tiene que descarbonizar y eso es más costo energético y más costo laboral. Si vos estás viendo que hay algunas oportunidades para desplazar producción, ahí la Argentina podría ganar producción.
Después hay una oportunidad de reshoring en las cadenas de valor de Occidente. No somos México, que está al lado de Estados Unidos, pero hay oportunidades para reshoring de nicho. Además, tenés la oportunidad de convertirte en proveedor de recursos naturales para todo el mundo. Hay mucho para exportar en recursos naturales y alimentos, pero hay que ser pragmáticos.
Decía antes que las pymes tienen problemas en su proceso productivo por la falta de dólares, ¿qué se hace frente a esto cuando el problema es que en el Banco Central no hay dólares como para habilitar la compra de insumos?
Lo primero es que a medida que la macro se vaya corrigiendo, los controles van a ir desapareciendo. Es una situación excepcional.
No tan excepcional. De los últimos 11 años llevamos siete años con cepo y cuatro que no…
Es cierto. Y hay muchos controles y está complicado. Y el problema es para todos, pero habría que segmentar. Generar un fast track pyme, para que las pequeñas empresas que tienen menos capacidad financiera y manejan montos menores no tengan los problemas que tienen. Hay que tener un mecanismo muy ágil para el que exporta. Hoy uno de los grandes problemas es que aquel que exporta y consigue dólares tiene problemas en la importación y en esa balanza queda desfinanciado.
Se tiene que mejorar un poco el balance del Banco Central como para ir saliendo de estos controles tan grandes. Y una vez que se logre salir de estos controles, con el panorama está un poquito más certero en materia de dólares, tener políticas específicas para las pymes.
Claramente tenés que ir una normalización de la macroeconomía y del comercio exterior de manera gradual. Te van a quedar algunos controles, pero no los actuales. El problema es que venimos viendo en los últimos años que ponen una regulación muy dura después eso genera problemas.
Hay que lograr de alguna manera tener esquema un poco más previsible. Hoy las pymes no pueden acceder a dólares y su costo de reposición futuro tiene una incertidumbre muy grande. Entonces el costo es muy alto y cada mercado va ajustando ese costo de reposición de acuerdo con la lógica de competencia de su mercado.
Está todo muy mezclado porque cada mercado tiene su particularidad. Así se tensionan todas las cadenas de valor. Si vos te descalzás en el camino de tus precios y te viene una nueva regulación o una devaluación, tenés una pérdida de capital fenomenal. Hoy por suerte las empresas están con una mirada defensiva que las llevó a estar bien paradas incluso en este contexto.
Uno de los problemas que tiene la economía argentina, es que no incrementa su productividad hace años…
La producción argentina está muy fragmentada. Hay una parte que ha mejorado mucho la productividad porque si no, no puede exportar.
Ese es el caso de la industria, que creció más de 20% en los últimos años, pero el empleo creció menos. Eso quiere de decir que creció la productividad, justamente porque produce más con menos gente. Esto es virtuoso.
En general hacia dentro de la fábrica y de los comercios hay una agenda de productividad adaptada a las condiciones, que son difíciles.
Después tenés la competitividad más integral, que está fuera de la fábrica, con los costos logísticos, energéticos y la cuestión tributaria. Si uno se compara con otros países esto viene mal, pero es un fenómeno de América latina. Si uno ve la infraestructura en América latina a nivel logístico, sacando pocas excepciones, tampoco ha mejorado mucho.
Creo que hay que tener una agenda de vuelta de la inversión en infraestructura para la exportación y generar así competitividad robusta. Pero por otro lado hay que ciudar las cuentas fiscales. Tenés que ser muy selectivo y pensar dónde están las oportunidades para ver dónde hacer los esfuerzos.
El otro gran problema que resta competitividad es el sistema tributario…
Yo te diría que el gran problema de hoy es que el sector de alta productividad tiene una presión tributaria formal muy alta, con un sistema que cambia en forma constante y de manera imprevisible.
Tenemos que hacer predecible el sistema tributario. Hubo cinco modificaciones al impuesto a las ganancias en los últimos años y eso genera problemas en las compañías. Hay que buscar una agenda importante de simplificación tributaria. Es un mecanismo que no tiene costo fiscal y que haría más fácil las operaciones.