Fuente: La Nación – Según distintos informes, la producción cayó entre 4,2% y 6,3% a causa de la inflación y la pérdida del poder adquisitivo; en las pequeñas y medianas empresas el impacto fue mayor, con un retroceso de 30%.
Los constantes aumentos de los precios, que posicionaron la inflación de enero en 20,6%, sumado al deterioro del poder adquisitivo y la licuación de los ingresos, repercutieron fuertemente en la actividad económica durante el primer mes del año, que sufrió una merma en todos los sectores. Según las principales consultoras que miden el nivel de producción industrial en la Argentina, sus relevamientos preliminares confirman la recesión a partir de la caída en la producción industrial, que se ubicó en enero entre el 4,2% y el 6,3% en la comparación interanual.
El mayor impacto de esto se registró en en el sector Pyme, que mostró un retroceso de la producción fabril del 30% respecto de enero del año pasado, y un descenso del 9,1% en la medición desestacionalizada contra diciembre último, como indica el informe de la Confederación Argentina de la Mediana Empresa (CAME). Este fue el segundo mes consecutivo de retracción de la actividad, de acuerdo con la entidad.
El relevamiento de la CAME muestra que todos los sectores manufactureros se vieron afectados por la tendencia a la baja, y que el mayor retroceso anual lo vivió el segmento de papel, cartón, edición e impresión, con un desplome de 41,7%, aunque en la comparación mensual el impacto fue tan solo del 3%. Esto se debió, según informaron las empresas, a que hubo menos complicaciones para reponer insumos y repuestos, pero fue más complicado sostener el personal por la caída en la demanda.
En el caso de Alimentos y bebidas, la caída en enero fue de 22% en términos interanuales, lo que significó un 8,7% respecto del mes anterior. A esta caída se le sumó que las industrias del segmento operaron con un nivel de ocupación del 75,9% de su capacidad instalada, lo que significó bajos niveles de inversión, subas constantes de precios, demoras en las entregas de productos y desvinculaciones de empleados por falta de actividad.
Por otro lado, Indumentaria y textil se retrajo 18,2% respecto del mismo mes de 2023,y 2,3% en la comparación con diciembre. Las firmas trabajaron con el 68,2% de la capacidad instalada a causa del “freno a los pedidos de producción”.
En Maderas y muebles, el retroceso del año fue de 30,6%, mientras que en la comparación con diciembre cayó 13,5%. Este freno se justifica también por la pérdida del poder de compra del ingreso familiar. El sector de Metálicos, maquinarias, equipos y material de transporte arrojó números similares, con una contracción del 34,8% interanual y 13,5% mensual.
En el caso de los productos químicos y plásticos, las empresas reportaron incrementos en los costos logísticos, además de dificultades en el abastecimiento de materias primas, lo cual determinó un descenso de 35,6% en la medición anual, lo que equivale a una contracción mensual de 11,8%.
Alfredo González, presidente de la CAME, comentó en diálogo con LA NACION: “Observamos con preocupación el deterioro del sector industrial pyme que, por lo general, cuando ingresa en estos procesos de retracción, cuesta mucho revertirlos. La inflación y la caída de los ingresos han provocado un efecto alarmante. A esto hay que sumarle el impacto, aún no medido, de lo que será la eliminación de subsidios en las tarifas de servicios públicos”. Y agregó que, dada la importancia del sector en la creación y sostenimiento de empleo, resulta necesario cuidarlo ante estos contextos adversos.
También las consultoras privadas relevaron los datos de la actividad industrial en enero. De acuerdo con el índice de producción industrial (IPI) que regularmente lleva a cabo el centro de estudios económicos Orlando J Ferreres y Asociados (OJF), la caída fue del 4,2% respecto del mismo mes de 2023, lo que refuerza la fase contractiva que se viene observando desde mediados del año pasado y que se acentuó con el cambio de gobierno en diciembre.
La Fundación de Investigaciones Económicas Latinoamericanas (FIEL), por su parte, observó la misma tendencia, con una diferencia en los valores:su relevamiento muestra que la producción industrial se contrajo, en enero, un 6,3% interanual, con caídas generalizadas de la actividad que alcanzaron distintos sectores —alimentos y bebidas, textiles, químicos y plásticos, minerales no metálicos, industria metalmecánica y automotriz— como causa del “período de adecuación al nuevo escenario económico”.
A estos números se le suma el panorama para el año, desalentador según FIEL: “Todos los indicadores que permiten anticipar una reversión de la fase señalan que esta se profundiza y prolonga, al tiempo que desde noviembre se tiene una mayor difusión sectorial de la caída de la actividad”, detalla el informe.
Pese a esto, también observaron la normalización del stock de insumos importados en el corto plazo, gracias al ordenamiento de las deudas comerciales con los proveedores mediante el bono Bopreal. “El cambio de precios relativos de la economía supone incentivos a mayores exportaciones, de modo que los sectores con inserción internacional podrían sortear con mayor margen el impacto de la contracción del mercado interno, tales los casos de los alimentos, los químicos y plásticos, metales comunes, elaborados de metal y vehículos”, agrega.
De igual modo, las estimaciones de OJF prevén meses complicados: “Si bien las mejoras de los rubros vinculados al sector agropecuario permitirán matizar los números generales, el resto de las líneas de producción se verán afectadas negativamente por la caída del ingreso real y los cambios de los precios relativos”, advierte su informe.
Finalmente, la CAME se refirió a las dificultades que deberá atravesar el sector pyme este año, y aseguró que estas industrias se están preparando para un panorama complejo: “La rentabilidad industrial está siendo amenazada por diversos factores: la baja en el consumo, producto del debilitado poder adquisitivo, sumado a la persistente inflación y el inminente aumento de tarifas de servicios públicos, como la electricidad, generan un clima de zozobra y riesgo para la actividad industrial”.