Fuente: Cronista – El sector de hidrocarburos y el eléctrico marcan la cancha en un año en el que la energía será clave para el ritmo que vaya tomando la economía del país. Pero antes la industria tiene que superar algunos cuellos de botella.
El sector energético este año deberá ponderar sus objetivos en un mar de incertidumbres económicas y política en esta nueva etapa del país. Pero, al mismo tiempo, la industria es consciente de que, desregulaciones mediante, le espera un buen año y las expectativas por mejorar los principales índices de la actividad están intactas.
Vaca Muerta actúa buque insignia. Pero los próximos desafíos de la industria son cada vez más ambiciosos: continuar con las obras de infraestructura para aumentar la producción e incrementar las exportaciones. Al mismo tiempo, el sector tiene otros desafíos que tendrá que atravesar con los nuevos precios domésticos de crudo y combustibles cerca de la paridad de exportación e importación. Además, el horizonte de tarifas energéticas con quita de subsidios y un interrogante en infraestructura: ¿podrá el sector privado iniciar este año la construcción de alguna obra de transporte eléctrico de alta tensión?
La puesta en marcha del primer tramo del Gasoducto Néstor Kirchner (GNK) a mediados de 2023 permitió incorporar al sistema 11 millones de metros cúbicos diarios (MMm3/d) de gas natural. Cuando estén listas las plantas compresoras de este nuevo ducto, llegará una capacidad de transporte de 21 MMm3/d. Este año con invierno completo el GNK será clave para reemplazar importaciones de gas natural licuado (GNL) y combustibles líquidos por US$ 4200 millones, según cálculos oficiales de Enarsa. El nuevo gasoducto hará un gran aporte para reducir el déficit energético. La construcción del GNK fue un hito para la industria no sólo por su velocidad, sino porque generó nuevos desafíos para la industria hidrocarburífera.
Ahora entre los próximos desafíos está la construcción del segundo tramo del GNK, que unirá la localidad de Salliqueló, en Buenos Aires, con la de San Jerónimo, en Santa Fe. Esta obra permite mayor fluido de la producción de Vaca Muerta al centro y norte del país, pero, sobre todo, abre la puerta a la posibilidad de exportar gas natural a la enorme industria de Brasil. Otro desafío que tiene el sector es la obra de reversión del Gasoducto Norte, que también permitirá transportar el gas de Vaca Muerta a las provincias del centro, de Cuyo y del norte argentino. Para esto se tiene que invertir el sentido norte-sur por sur-norte del caño.
En petróleo, la producción en 2023 fue de alrededor de 680.000 barriles diarios de petróleo (bdp), es decir, un 10 por ciento más que en 2022. Las previsiones para 2024 es que se sumará más capacidad de evacuación desde oleoductos hacia Chile y el océano Atlántico para incrementar los envíos al exterior.
En el caso de la salida exportadora por la cordillera de los Andes, se espera que este año se termine la ampliación del Oleoducto Trasandino (Otasa) y la vía del océano Atlántico también ampliará su capacidad con el proyecto Duplicar Plus de la compañía Oldelval (Oleoductos del Valle).
Para Chile, YPF inauguró en 2023 el oleoducto Vaca Muerta Norte y para el mar está llevando adelante el caño Vaca Muerta Sur. Las proyecciones del sector indican que este año se espera un crecimiento de la producción superior al del año pasado. Las expectativas de aumentar año a año las exportaciones de crudo están latentes.
Este año es clave también para el offshore o la exploración y producción de hidrocarburos costas afuera, que en gas hoy representa a casi el 20 por ciento del consumo del país. Pero en petróleo, la petrolera noruega Equinor comenzó a perforar en enero el pozo Argerich, ubicado a más de 300 kilómetros de las costas de la provincia de Buenos Aires. Según estimaciones de la compañía europea, este proyecto podría producir 250.000 bdp, es decir, casi la producción actual de crudo de YPF.
Según información de la Secretaría de Energía, y en el caso de éxito en la exploración, las 18 áreas adjudicadas en 2018 podrían representar el 40 por ciento de la producción actual de crudo del país y podría representar exportaciones por alrededor de US$ 20.000 millones.
Expectativa 2024
«En energía se espera un año de incertidumbre, pero con expectativa positiva. El prceso de apertura del país hacia el mundo y el tipo de cambio oficial más alto favorece la exportación. Para las empresas energéticas va a ser probablemente un muy buen año», remarca Daniel Dreizzen, director de la consultora Aleph Energy y exsecretario de Planeamiento Energético.
Y añade que «probablemente la inversión en el sector energético se mantenga o aumente un poco este año en comparación con 2023 porque hay buenas condiciones. Ya venía creciendo la inversión en la actividad petrolera. Vaca Muerta se va a seguir desarrollando más, por lo menos en petróleo. En gas también, pero es un escenario más complejo».
Dreizzen destaca que «los cuellos de botella del sector de hidrocarburos no cambian tan rápidamente en función de los que había hasta ahora». En ese sentido agrega que los precios locales y de exportación hoy son atractivos y que uno de los grandes desafíos es la evacuación de la producción.
Sobre el escenario actual del país con cambio de gobierno, el director de Aleph Energy asegura que hay mucha expectativa por la desregulación y la posibilidad que se abre para que entren capitales nuevos con la apertura y la libre competencia que promueve el presidente Javier Milei en el DNU 70/23 y en el proyecto de ley ómnibus enviados al Congreso. «Primero se necesita la normalización macroeconómica y financiera. Hay que ver si se puede estabilizar un poco la economía en medio de este escenario de incertidumbre», afirma.
Además, señala: «La energía requiere inversiones a mediano y largo plazo. Si la Argentina quiere ser un gran exportador hay que comenzar cuanto antes. Hay que ver si estas leyes que envió el Gobierno permiten la construcción de toda esta infraestructura que se necesita y si se genera confianza para que esa infraestructura la hagan los privados, porque el Estado no la va a hacer. Se va a tener que pagar a partir de privados con exportación o con tarifas locales».
Uno de los principales desafíos que tiene el sector, explica Dreizzen, será navegar la incertidumbre y volatilidad de los próximos meses. «Otro tema tiene que ver con la inversión y la posibilidad de importar equipamiento, insumos y tecnología para, por ejemplo, Vaca Muerta. Ahora eso se supone que debería estar más liberado. Hay una oportunidad para invertir para aumentar la producción», sostiene.
El consultor afirma que todavía hay mucho mar revuelto porque no se sabe qué se va a aprobar en el Congreso y qué no. Sin embargo, con la devaluación, los que exportan van a querer aumentar los envíos al exterior y los que importan deberían comenzar a poder importar más. «O por lo menos en el corto y mediano plazo deberían poder solucionarlo», sostiene.
Asimismo, Dreizzen señala que el principal desafío es lograr atravesar el proceso de cambio que está viviendo el país: «Hay que ver cómo los jugadores van tomando estas decisiones de desregulación y apertura, que deberían ser positivos para el sector, y cuánto tiempo tardan las compañías en procesarlos en sus casas matrices para poder aplicar toda su potencialidad en el país».
Gustavo Mariani, CEO de Pampa Energía, una de las principales compañías energéticas del país que participa en eléctrico y de hidrocarburos, remarcó: «En un contexto global donde la energía se volvió un recurso valioso y necesario, la Argentina tiene una gran oportunidad para impulsar su crecimiento. Si bien sabemos que será un año con muchos desafíos y cambios, desde Pampa seguiremos apostando e invirtiendo en Argentina«.
El directivo añade que el país cuenta con los recursos necesarios y las empresas han realizado una curva de aprendizaje exitosa durante estos años: «Creemos que la industria está preparada para dar un salto exponencial y que están dadas las condiciones para que Vaca Muerta y el sector energético en general, se consoliden como uno de los principales motores de la economía argentina».
Por su parte, Ricardo Rodríguez, presidente de Shell Argentina, un gigante que está hace casi 110 años en la Argentina, destacó que «para el sector energético en el país se abre una oportunidad única este año. Después de varios años de déficit, revertiremos la balanza energética. Aportaremos divisas a la economía por partida doble: por una menor salida al reemplazar importaciones y por un mayor ingreso al sumar exportaciones. Es un hito del que toda la industria debe estar orgullosa. Desde Shell, que hemos visto pasar coyunturas de todo tipo a lo largo de más de un siglo en el país, nos da una alegría especial poder contribuir al país con los niveles de desarrollo que estamos proyectando en Vaca Muerta».
«De todas formas, eso es el corto plazo. En el mediano somos más ambiciosos todavía. A partir de las fuertes inversiones que hemos hecho en los últimos cinco años, tenemos las condiciones de ser uno de los principales motores del desarrollo económico del país. Desde Shell llevamos invertidos más de US$ 3000 millones en Vaca Muerta, multiplicamos diez veces nuestra producción en los últimos cinco años y queremos seguir invirtiendo para seguir produciendo para el mercado local y exportando al mundo», describió el presidente de la compañía, que este 2023 se ubicó como cuarta productora de crudo del país.
«Hay recursos, potencial y oportunidades en todo el sector energético. Si se concretan las condiciones necesarias para estas inversiones, tengo la confianza de que veremos un sector muy pujante en la economía argentina durante los próximos años», apunta.
En PAE, en tanto, señalan: «El gas y petróleo de Vaca Muerta tienen que poder venderse al mundo, en un marco de paz social y de la licencia social para poder seguir trabajando. Hace muchos años que el desarrollo de la industria es una política de Estado. Pero esto no termina en Vaca Muerta ni en los hidrocarburos. También tenemos que desarrollar los muy ricos y variados recursos que Argentina tiene: el litio, las energías renovables y el hidrógeno también tienen el potencial de abastecer de energía sustentable a las economías globales».
Y agregan que la Argentina está en camino de convertirse en un productor y exportador de petróleo, gas y sus productos derivados de primer nivel. «Sin dudas se ha crecido mucho, pero todavía quedan cosas por hacer. Además de inversión, hay que tener un plan para el desarrollo en infraestructura y en la comercialización de productos. Conjuntamente, la industria y el Estado deberían seguir invirtiendo en la infraestructura necesaria para poder producir cada vez más y más eficientemente. Por ejemplo, para lograr el salto exportador y llegar al mundo con el gas, tenemos que invertir en facilidades de GNL«, destacan en la petrolera de los Bulgheroni.
Desafíos
Los ejecutivos describieron algunos de los desafíos que debe atravesar la industria energética. Puntualmente, Mariani, de Pampa Energía, destacó que es necesario diagramar una política energética a largo plazo que trascienda los gobiernos, que brinde previsibilidad y le permita a todo el sector planificar inversiones con un horizonte claro»
Además, dice que para que la Argentina pueda consolidarse como proveedor regional de energía, hay que ampliar el sistema de transporte de petróleo y gas, y también el de energía eléctrica.
En ese sentido, destaca que la primera etapa del GNK fue un gran avance, pero dice que aún hay mucho por hacer en materia de infraestructura. La segunda etapa y la reversión del Gasoducto Norte son dos obras fundamentales que van a permitir aumentar la producción, para que el gas de Vaca Muerta llegue a todo el país, reducir importaciones y aumentar exportaciones generando un superávit de divisas. De la misma manera para el petróleo es necesario acelerar los planes de construcción de nuevos oleoductos.
«Vaca Muerta ya es una realidad sectorial, el desafío ahora es concretar el potencial que tiene a escala internacional. Tan solo 13 años después de las primeras perforaciones, en noviembre del año pasado la producción no convencional superó a la convencional. El mercado local de crudo ya está abastecido. Por lo que tenemos que ir ahora es por ese gran salto exportador. Cada nuevo barril de producción son nuevos dólares para la Argentina«, dice Rodríguez.
El ejecutivo agrega que las operadoras tienen que seguir trabajando en mejorar la competitividad de sus actividades, aplicar tecnología, innovar en mejores prácticas y reducir costos logísticos y operacionales. Después está el contexto en el cual esas actividades se desarrollan. «Los inversores necesitan ver que existe acceso a divisas y precios internacionales, un régimen fiscal que incentive a ese incremento de actividad y un marco regulatorio que sea estable y previsible en el largo plazo. Eso nos brindará más capacidad de demostrar competitividad a nuestras casas matrices y disputar mayores inversiones de nuestros portfolios globales», concluye.
Por su parte, en PAE afirman que la Argentina tiene un futuro muy desafiante en el que será de vital importancia que todos los actores de la industria, las empresas, los gobiernos provinciales y el gobierno nacional y los sindicatos trabajen juntos.
Y añaden: «Para lograr el crecimiento de la producción y, por ende, el de la exportación, también debemos tener una inversión sostenida. Esto es lo que venimos haciendo desde nuestros inicios: invertir sostenidamente para el desarrollo de nuestra actividad en la Argentina y el resto de América latina».
Tarifas, combustibles y electricidad
El consultor de Aleph Energy explica que en el sector eléctrico no va a haber mucha inversión en el corto plazo. Esto se debe, en parte, a que el Gobierno dejó en claro que no va a dar beneficios a las renovables en créditos fiscales, préstamos o garantías. Por ello, sostiene que el sector de energías limpias va a tener que competir más con la generación eléctrica tradicional.
«También veo muy difícil que el sector privado invierta en ampliaciones del sistema de transporte en alta tensión. No veo que en 2024 los privados hagan obras de infraestructura eléctrica hasta que no haya un incentivo y una señal de que el privado pueda recuperar la inversión», dice.
Dreizzen sostiene, además, que este año la energía va a tener un rol destacado. «El aumento de precio de los combustibles en los surtidores es una buena señal y los aumentos de tarifas de gas y electricidad van en ese sentido. Después de la devaluación, dos tercios de la población está pagando un décimo del costo del gas y la energía eléctrica. Y los usuarios que sí pueden pagar las tarifas estaban pagando la mitad. Ahora el Gobierno va a sacar los subsidios, así que las tarifas como mínimo se van a duplicar».
Y concluye: «El Gobierno está tratando de normalizar los precios relativos de los bienes. Esto va a traer mucha inflación porque la energía es un insumo importante. Los aumentos de tarifas impactarán en la inflación, que va a estar concentrada en los primeros meses del año. Lógicamente esto va a tener un impacto en la población. Se va a sentir en la economía familiar porque las tarifas están muy atrasadas».
La versión original de esta nota se publicó en el número 361 de revista Apertura.