Fuente: Cronista – Gabriel Busso creó Vivet, una marca de bebidas vegetales, que luego sumó también un negocio logístico. Hoy tiene un centro de distribución de 3000m2 y apunta a expandirse en el exterior.
«Me hizo pasar por experiencias muy dolorosas en la infancia. Ni siquiera podía compartir comidas con amigos», recuerda Gabriel Busso. Cuando era chico le detectaron una alergia a la proteína de la leche vacuna que le provocaba intensos sarpullidos en la piel. Pero durante su adolescencia algo cambió. «Empecé a leer sobre cómo funciona el cerebro y la mente. Entendí que esa enfermedad podía verla como una ventaja y busqué cómo aprovechar eso«, asegura.
A los 22 años creó Vivet, una marca de bebidas vegetales con la que luego se expandió a un negocio de logística plant based que nuclea más de 1500 productos y 200 etiquetas. Busso acaba de relanzar su vertical de distribución bajo el nombre Plant y ahora proyecta realizar su tan ansiada expedición internacional.
Estaba en su segundo año de cursada de Administración de Empresas en la UADE cuando su madre le hizo descubrir la leche de almendras. Poco después empezó a hacer pruebas hogareñas con la licuadora hasta lograr la receta perfecta. «No podía entender que en el mercado no hubiera. El lácteo estaba en casi todo y yo lo sufría, así que decidí crear una marca que le de salud, energía y vida a los consumidores«, índice. Vivet en latín significa «vivir».
Busso viajó a los Estados Unidos para estudiar el mercado y cursó las materias de dos años de la facultad en uno solo para poder dedicarse 100% a su proyecto en 2017. Con u$s 20.000 de inversión inicial, que su padre le ayudó a juntar, armó un laboratorio y centro de producción en Lomas de Zamora. Desde ahí lanzó su primer producto, una leche de castañas de cajú. «Me pareció que era más cremosa y auténtica que la de almendras, que era algo más tradicional».
Al principio producía 500 litros por mes y rápidamente cuadriplicó su volumen. A su vez, se convirtió en importador de castañas de cajú para reducir costos y desarrolló una bebida de maní, que al cosecharse en el país podía ponerle más cantidad a su producto.
Recién ahora, siete años después de la fundación de Vivet, Busso está próximo a lanzar su bebida vegetal de almendras. Pero el portfolio también se expandió en otras direcciones. A su ítem estrella le sumaron cremas de cajú saborizadas y recientemente incorporaron una línea de queso rallado a base de castañas y hamburguesas de proteína de arveja. «Lo próximo es una línea de mozzarella. Con esto queremos expandirnos al canal gastronómico y llegar a bares y cafeterías», explica.
El distribuidor plant based
El crecimiento inicial de la producción y las ventas les trajo un problema, ya que el producto tenía una vida útil muy corta y precisaban volver más eficiente la logística. Vivet entonces armó su propia logística con una camioneta y conservación en frío. «De la camioneta pasamos a un camión, después otro y sumamos choferes con vehículos externos. En un año se nos acercaron otras marcas de pequeños productores y nos convertimos en distribuidora«, comenta Busso sobre la fundación de Vivet Market.
Para este proyecto sumó a su hermano Juan, que es ingeniero industrial. Él desarrolló una central de pedidos online para que los comercios pudieran ver los productos, asimismo invirtieron en tecnología para crear módulos de picking y facturación. Antes de la pandemia abrieron el negocio también para consumidores y eso, afirma, los preparó para lo que vino después.
A principios de 2021 la compañía mudó su estructura a Ezeiza con una inversión de $ 200 millones. Ahí cuentan con 3000m2 donde tienen una cámara de almacenamiento de congelados, frescos y secos y casi 1000m2 de oficina donde trabajan 50 personas. En tanto, la producción de la marca Vivet se tercerizó, aunque la firma continúa a cargo del desarrollo de fórmulas.
«Hace unos días lanzamos Plant, que es lo que era Vivet Market pero ahora lo vemos como una plataforma online de productos plant based que conecta a los productores directamente con los consumidores y sin intermediarios», detalla. La empresa entonces provee el servicio de fulfillment, como por ejemplo también realiza Amazon, y ofrece su estructura tecnológica y física para que las marcas veganas almacenen sus productos en el depósito de Plant y luego la compañía registra los pedidos y los distribuye.
El año pasado el grupo facturó u$s 3,4 millones. Un tercio corresponden a las ventas de la marca Vivet, el resto se lo dividen entre el negocio B2B y el B2C. Durante el último mes su centro de distribución movió más de 350.000 unidades de productos. En 2024 proyectan alcanzar ingresos por u$s 5 millones entre todas sus unidades.
Busso ahora tiene un nuevo desafío: plantar bandera fuera de la Argentina. Y cree que ambos negocios pueden ser exportables. «El año que viene queremos llevar esta tecnología a México y España, que son dos mercados potenciales. Es una solución global, como un Amazon pero de nicho», destaca. Por su parte, Brasil también aparece en su radar para expandir su marca plant based.
No obstante, la emprendedora es solo una de las facetas de Busso, que persistió con su interés por entender el funcionamiento del comportamiento humano. «Decidí escribir un libro (Ser la mejor versión) para volcar los principios que aprendí y apliqué en mi vida», señala. Este año presentó su segunda publicación, El arte de dirigir. «Está más enfocado en conocerse a uno mismo y entenderse a uno mismo como una empresa. Habla sobre el liderazgo, que es mi gran presión», concluye.