Fuente: La Voz ~ Hijo de los dueños fundadores, Jorge Martínez Ferreyra es el gerente de Panificados Tronador. La empresa tiene dos panaderías en Córdoba y comenzó a vender a Chile. Cómo es dar el salto hacia la producción a escala, sin perder la esencia del negocio artesanal.
Corrían los años 1980 cuando Marta Ferreyra y su esposo Ricardo Martínez comenzaron a fabricar y a vender alfajores de maicena. Él, en el colectivo que manejaba; y ella, en el local comercial donde trabajaba.
Con el tiempo, las ventas se incrementaron y la demanda de otras especialidades comenzó a llegar. Fue así que en 1983 decidieron dar el primer paso de Panificados Tronador con una panadería en barrio Parque Capital, al sur de la ciudad de Córdoba.
De a poco incorporaron otros productos y se hicieron muy reconocidos por sus tortas artesanales decoradas con crema. Hoy cuentan con dos panaderías en la Capital y con Jorge Martínez a la cabeza, quien es hijo del matrimonio, comenzaron un proceso de industrialización y ya realizaron su primera exportación a Chile.
–¿Cómo fundaron la empresa tus papás?
–Mi vieja trabajaba en comercio y mi viejo, como chófer de colectivo. Tenían unos vecinos panaderos que los alentaron a hacer cosas de panadería para vender, y así fue como empezaron a vender alfajores de maicena. Mi viejo, en el colectivo; y mi vieja, donde trabajaba. Ese fue el primer producto que hicieron. Con el tiempo, empezaron a hacer más productos y a vender a almacenes. Se compraron un terreno, donde hoy está la panadería central, y ahí tenían un pequeño hornito, donde producían pastelería muy casera. Después los clientes les fueron pidiendo más productos y ellos fueron aprendiendo con este vecino panadero y también con revistas, porque en ese momento no existía internet. Así se fueron dando las cosas, hasta que lograron construir una pequeña panadería, la segunda del barrio. Compraron un horno grande y carros para producir pan y criollos, y ya a los cinco años producían de todo. Empezaron a vender las tortas, que fue un éxito con una demanda full durante años. Y con publicidad, lograron empezar a repartir en toda la ciudad.
–¿Ellos continúan trabajando en la panadería?
–Mi viejo tiene 65 años y mi madre 61, ya están jubilados, pero los dos siguen trabajando de manera parcial. Mi viejo trabaja por la mañana en la panadería y maneja la parte financiera. Mi mamá trabaja de manera virtual con todo lo relacionado a recursos humanos y capacitación. Y mi hermana trabaja como contadora de la empresa, también de forma parcial.
–¿Y vos a qué edad empezaste a trabajar ahí?
–Cuando la familia es emprendedora y se vive ahí, siempre se ayuda a reponer heladeras, atender clientes, recibir proveedores. Desde que tenemos memoria, estamos metidos en el negocio. Desde los 15 estoy metido con horarios de atención al público; y cuando pude tener el carné de conducir, empecé a hacer los repartos, siempre privilegiando el estudio igualmente. Luego, cuando me recibo en 2011, decido establecerme en la panadería y manejar la parte administrativa hasta hace unos cinco años, cuando mi viejo deja de estar a la cabeza y paso a ocupar el lugar de gerente general. Ahí cambiamos la sociedad, nos convertimos en una SRL con la idea de evolucionar y transformarnos en una empresa más industrializada, con procesos más estandarizados.
–¿De qué se trata esa transformación de la empresa?
–Hace 37 años que venimos trabajando de la misma forma, con una variedad de productos muy amplia, y siempre los productos frescos fueron como nuestra insignia. La demanda de tortas se dispersó, hubo más ofertas, más casas que hacen este producto, lo que llevó a cambiar la visión. Este año vamos a discontinuar productos de los 150 que hacemos para darle tiempo y esfuerzo a 15 que van a ser elaborados de manera semiindustrial. El modelo de negocio cambia de B2C (empresa a consumidor) a B2B (empresa a empresa). La idea es convertirnos en proveedores de distribuidoras o de almacenes. Para eso hay que producir a mayor escala, de manera más eficiente, con la misma calidad artesanal en un sistema de producción semiindustrial. El mercado va a ser local, nacional e internacional.
–En ese sentido, ¿cómo es la salida del país?
–Desde 2020 venimos trabajando con la Agencia ProCórdoba esta idea que tenemos desde hace nueve años más o menos. Ya pasaron 20 meses desde el primer contacto con la agencia hasta lograr la exportación a Chile. Fue más una cuestión de poner en órbita la planta, administrar bien los productos, configurar la página web y empezar a contactar gente del exterior. También participé de muchas ferias en Brasil y logramos dar con un contacto para exportar a Chile. Para enviar, elegimos las tapas de alfajores, por una cuestión de historia, porque fue el primer producto que lanzaron mis padres y también por una cuestión de la vida útil que tiene. En enero enviamos cuatro pallets de diferentes sabores de tapas, que son 1.800 kilos. La presentación es una bandeja donde van las tapitas cocinadas, es como una galleta, y los sabores son vainilla, chocolate, maicena y el tipo cordobés. La idea es darle participación a esta última galleta particular por ser algo regional, algo típico nuestro.
–¿Cada cuánto van a ser los envíos a Chile?
–El envío a chile fue muy positivo, me hicieron el feedback de cómo recibieron la mercadería. Esta muestra se basaba en si llegaba en condiciones y calidad. Ellos van a hacer un testeo entre sus clientes, porque le vendimos a una distribuidora que tiene varios locales en Chile. En función de ese testeo, se va a determinar la siguiente compra, que estimamos que será de acá a dos meses.
–Comentaste que van a discontinuar productos y a quedarse sólo con 15, ¿cuáles van a ser?
–Vamos a mantener la calidad artesanal en un producto semiindustrial en lo que son las tapas de alfajores en sus variedades, galletas veganas y sin gluten. Y otros productos de pastelería, como masas de hojaldre, palmeritas, pepitos, ‘ojos de buey’, que son productos de pastelería que tienen una vida útil mayor.
–¿No van a seguir con las tortas?
–Las tortas son un producto muy artesanal, y es una de las cosas que no se van a eliminar porque históricamente nos conocen por las tortas, pero va a cambiar un poco la dinámica. En vez de tomar tortas a pedido, empezamos a hacer tortas estandarizadas. Habrá dos o tres modelos en varios tamaños. Cambia ese modelo por cuestiones de tiempo, hoy tenemos una persona que va a trabajar dos días con las tortas y el resto, con la producción industrial.
–¿En qué consistió la reorganización de la fábrica?
–Implicó mucha inversión en lo edilicio, porque la demanda local es una y la internacional es otra. Entonces, para lograr la habilitación de exportación tuvimos que poner en condiciones un montón de cosas que no estaban previstas y, además, comprar maquinaria. También estamos tomando más personal porque las ventas en el comercio exterior superan ampliamente lo que uno está acostumbrado a hacer a nivel local. Considerando cómo viene la demanda, es probable que a corto plazo tengamos que mover la fábrica porque ya no hay mucho espacio, y además tenemos que alimentar la demanda local.
–A nivel nacional, ¿están enviando a otras provincias?
–Enviamos muestras de tapas a Catamarca y a Río Negro, también hay interesados en La Rioja y en Buenos Aires. Todo esto es muy reciente. Se está empezando a mover porque es un producto distinto dentro de la industrialización, porque si vos vas al súper encontrás una tapa industrial, una galleta dura. Nuestra receta, en cambio, es de panadería. Es una masa quebrada que lo único que tiene es un aspecto más estandarizado. Cuando vos comés la galleta sola, es como si comieras una pepa sin membrillo de panadería.
–¿Hoy qué nivel de producción tienen?
–Todavía estamos haciendo los 150 productos. A un nivel normal, producimos por día unas 20 bolsas de harinas de 25 kilos. La idea es pasar a hacer grandes volúmenes de los 15 productos que vamos a dejar y triplicar la producción a partir de la maquinaria nueva que incorporamos.
–Y para 2023, ¿cuáles son tus expectativas?
–La idea es seguir alimentando el sistema nuevo. La proyección para los próximos dos años es consolidar este nuevo modelo y consolidarnos en Chile porque es un mercado muy atractivo para los productos argentinos, más que todo por las materias primas que nosotros tenemos.
Una pyme que nació con alfajores
Nombre. Jorge Damián Martínez Ferreyra.
Edad. 39.
Casado. Con María Concepción Cuevas.
Hijos. Abril (8) y Benja (5).
Le gusta. Jugar al fútbol, al tenis, al básquet y a “todos los deportes con pelotita”.
Profesión. Administrador de empresas.
Empresa. Panificados Tronador.
Cargo. Gerente general.
Un dato. Tiene un hermano mellizo que muchos años trabajó en la empresa, pero que ahora se dedica a la ingeniería.
E-mail. pedidos@tronadorpanificados.com.ar.