Fuente: La Capital – Tres investigadoras rosarinas y un joven economista crearon esta empresa en diciembre del año pasado. El potencial es enorme, porque el bio cuero que fabrican es ideal para la industria de la moda y, a diferencia del eco cuero que es plástico, el de ellos es 100% sustentable.
Esta historia es una clara muestra de que la investigación cuando llega a buen puerto puede ser fenomenal. Mycorium es una startup que nació tras años de desarrollo en biotecnología cuando un equipo de investigadoras encontró la forma de crear cuero para la industria de la moda a partir de hongos filamentosos. El proceso despertó gran interés de parte de las marcas internacionales porque los mal llamados eco-cueros son en realidad hechos con plástico por lo cual la necesidad de reemplazarlos urge. Y cuando hablamos de marcas número uno, estamos refiriéndonos a las europeas Ralph Lauren, Adidas y Topper, las tres se contactaron con la startup rosarina a partir de conocer el bio cuero que están desarrollando en el edificio del Conicet de Mitre e Ituzaingó.
¿Cómo empezó todo? Era pandemia y un emprendedor de la industria de indumentaria les consultó si eran capaces de hacer un cuero a base de hongos utilizando orujo de vino, que es el residuo que queda tras la elaboración de esa bebida. Diana Romanini, bioquímica, recuerda ese momento con esta frase: “Veníamos de hacer moléculas para la industria alimenticia y cosmética y este emprendedor nos dice: ¿serían capaces de hacer esto? Si a un investigador le decís eso no para hasta lograrlo”.
Fueron tres las investigadoras que no pararon, codo a codo con Diana trabajan Adriana Clementz y María Rocío Meini y en sólo un año tenían el cuero hecho. Fue en ese momento cuando acudieron a SF500, un fondo que “se contacta con el mundo científico, buscan proyectos, te invitan a hacer una capacitación y te empiezan a conectar con el ambiente de los negocios”, explica Diana y agrega: “Al terminar esa etapa nos dijeron que debíamos completar el equipo, buscar a alguien del área de negocios”. Ese fue el momento en el que ingresó al grupo el actual CEO de la compañía, el economista y licenciado en Finanzas, Agustín Schiavio. Juntos constituyeron en diciembre la empresa Mycorium Biotech que finalizó su primera ronda de inversión en mayo donde se capitalizaron con u$s250.000 que hoy destinan a la compra de equipos, pago de patente de propiedad intelectual, gastos operativos y también invirtieron en bienes de capital.
Transformar la matriz de producción
Agustín es de Vicente López y viaja a Rosario todas las semanas, él venía de trabajar en bancas de inversión y en el 2019 empezó a estudiar el ecosistema de empresas biotecnológicas, a estudiar las startups, hablar con los fondos, y vio que en estos procesos se podía transformar la matriz de producción. Como es vegetariano, tenía especial interés en la fabricación de bio cuero como reemplazo al cuero vacuno, pero cuando empezó a investigar notó que en realidad el cuero más dañino para el medio ambiente es el sintético y allí comenzó un camino que lo llevó hasta las tres rosarinas.
Uno de los puntos clave de Mycorium es ser parte de lo que se denomina economía circular, Agustín explica que “nosotros nos posicionamos con respecto al resto con la revalorización de residuos agroindustriales donde nuestra solución es un concepto de circularidad, intentamos posicionar nuestra ventaja ahí”. Mucha competencia no tienen, porque en Argentina no hay otro startup que fabrique lo mismo, pero sí hay tres en Estados Unidos.
Producción en bandeja
La producción de este cuero se realiza en este momento en el laboratorio, donde se coloca en bandejas el hongo y se “le da de comer” determinadas sustancias para que ese hongo se transforme en el cuero a partir del proceso de degradación. En sólo diez días se transforma en bio cuero. Lo que están estudiando ahora para poder escalar es, por un lado, lograr que el cuero tenga mayor resistencia para su uso y, por el otro, empezar un camino para una producción a gran escala. “Lo que queremos lograr es que venga Adidas y nos diga necesito un millón de metros de cuero y lo podamos hacer”, proyecta Agustín.
Para crecer buscarán partners industriales que tengan la posibilidad de ser parte de este proceso, con espacio para poder tener en un ambiente controlado bandejas de grandes dimensiones haciendo el proceso de degradación. Eso sí, esos partners no necesariamente deben ser de Argentina, porque en realidad ellos necesitan estar cerca de los mercados que ya están consumiendo sostenidamente productos de economía circular. Para ellos la meta está puesta en tener la producción en Europa para estar a mano de esos mercados.
En lo que respecta al financiamiento, recibieron ahora $60 M de la Agencia I+D+i que asigna mediante el Fondo Argentino Sectorial estos fondos que provienen del BID. Y ahora, con la meta alta, a corto plazo lo que se viene es prepararse para la próxima ronda de inversión que será en febrero, para seguir construyendo esta empresa que parece tener un futuro prometedor, sostenible y de grandes augurios.